Habían pasado meses desde que pise Londres, ya me iba acostumbrando a la vida de los europeos, a pesar de que no tenía todas las comodidades de las que estaba acostumbrada estaba contenta, había hecho amigos y sentía que iba madurando más rápido de lo pensado.
Ahora tocaba pensar en estudiar, pues no iba a estar acá solamente para trabajar y pasarla bien, tenía que estudiar y eso lo tenía más que claro, sabía que con lo que ganaba jamás iba a poder estudiar nada, o sea, estudiar acá es tres veces más caro de lo que es estudiar en Sudamérica, así que ahí si me tuve que tragar mi orgullo y pedir ayuda a mi padre.
Lo llame y le comente que quería estudiar, se sorprendió, pues nunca fui la alumna ejemplo en la escuela, y no lo pensó ni dos segundos y me dijo, busca la universidad que gustes, yo te la pagare.
No dude ni un minuto en aceptar su propuesta, pues sabía que si no lo hacía nunca iba a poder estudiar acá, y mi idea de vivir acá no solo era pasarla bien, sino hacer una carrera.
Empecé a buscar universidades, y ver cuál era la que más se adecuaba a mí, cada una más cara que la otra, o sea, que diablos te daban en esas universidades, hasta que fui a la London School of Marketing, desde que la pise supe que era para mí, pero el problema era si mi padre iba a querer pagármela, pues era el doble de lo que se paga en una universidad en Sudamérica.
Averigüe todo lo necesario, y me lance en llamar a mi padre, me sorprendió mucho su respuesta pues me dijo que pagaría lo que tendría que pagar con tal de que yo estudiara.
Estuve 2 meses preparándome intensamente para dar el examen de admisión, y cuando logre entrar a la universidad sabia que los meses que tenia viviendo ahí no iban hacer tan sorprendentes como los meses que iba a vivir en cuanto empezara a estudiar ahí.